Aplicando la Palabra

05 enero, 2024
Santiago 1:22 NVI
No se contenten solo con escuchar la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica.

Conocí una persona cuya capacidad de memorizar las Escrituras era bastante impresionante. Podía recitar versículos de la Biblia de manera rápida y precisa,  ¡y con las referencias exactas!

Sin embargo, aunque esa práctica maravillosa estaba presente, la aplicación de esos pasajes a su propia vida y a sus decisiones no siempre estaba allí. Terminó sufriendo la pérdida de su familia como consecuencia de sus malas decisiones. 

Hemos llegado al meollo del asunto: el propósito de leer, meditar, memorizar y estudiar la palabra no es el acumulamiento de información. Es la transformación de nuestro carácter. Es convertirnos mas como Cristo. Entonces, no basta con conocer la palabra: hay que vivirla, hay que aplicarla.

El verdadero poder transformador se hace evidente cuando aplicamos los principios en cada área de nuestra vida: finanzas, matrimonio, crianza de los hijos, control de nuestras reacciones, las personas que decidimos invitar en nuestro círculo íntimo, nuestra salud, el uso de nuestro tiempo y muchas otras áreas.   

Jesús mismo pintó un cuadro perfecto de lo que sucede con las personas que escuchan su palabra y la obedecen: son como una casa construida sobre la roca. Por el contrario, aquellos que escuchamos la palabra y no la ponemos en práctica, nos volvemos como aquel hombre que construyó su casa sobre la arena. El necio asume que el clima de hoy será el clima de mañana y menosprecia las pruebas y las tormentas que vendrán. Ellas pondrán a prueba de qué estamos hechos.   

Aplicación

  • ¿En qué área de tu vida sabes más de lo que aplicas?
  • ¿Qué acción concreta de obediencia y de aplicación podrías dar hoy? Aquí algunas sugerencias: perdonar a alguien, ser amable con un desconocido, dar sin esperar nada a cambio, traer a Dios tus preocupaciones y mucho más.

Oración

Señor, tu palabra dice que tú produces en mí el querer como el hacer. Tú produces en mí la motivación para obedecer y la disciplina para llevarlo a cabo. Te confieso que en mis propias fuerzas no puedo, pero tú sí puedes. Conviérteme en un hombre sensato que pone en práctica tus principios en todas las áreas de mi vida. Amén.

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